Un escritor de artículos de farándula capitalina vuelve a su minúsculo pueblo natal en el extremo sur del mundo, después de 45 años de haber huido de allí para salvar su vida.
En aquel lugar de la Patagonia chilena, donde árboles centenarios se levantan sobre tumbas abandonadas y el mar ebrio de lluvia oculta las raíces de los hombres, el escritor intentará desarrollar cuentos “vendibles” de esa zona de fin de mundo. Pero al hacerlo rodeado de sus viejos amigos, enfrentará su pasado y dejará su impostura. Por primera vez en su vida podrá crear una gran novela en la que todos se convertirán en personajes y él mismo... en un artista de verdad.
Al leer las obras de Jaime Casas, escritor nacido en la Patagonia chilena, el cineasta Silvio Caiozzi siente una gran atracción por los singulares personajes, inesperadas situaciones y poderosas atmósferas de fin de mundo descritas en varios de los cuentos y novelas del escritor.
La línea central de la narrativa argumental surgirá de un viaje en que el reconocido director acompaña a Jaime Casas a su Patagonia natal. Allí toma forma la idea de crear un personaje de ficción; un viejo escritor de farándula capitalina abatido y acomodado en el oportunismo y anonimato de la gran ciudad. Este retorna a su alejado villorrio varias décadas después de haber huido de allí y, financiado por su editor para escribir cuentos "vendibles", se obliga a enfrentar sus recuerdos, recuperar relaciones abandonadas y, por primera vez, comenzar a usar sus reales capacidades creativas para transformarse en un autor de verdad.
La Patagonia chilena se revela así como el entorno perfecto para esa transformación del protagonista al mostrarse en toda su integridad y belleza. Es el lugar donde no se sabe si termina o comienza el mundo.
Al redactar el guión original, el director y el escritor deciden enfrentar un desafío mayúsculo: desarrollar una forma particular de narrativa que integra literatura y cine en una sola exposición. En vez de utilizar los recurridos “flashbacks”, los recuerdos del protagonista surgirán como recreaciones manipuladas artísticamente por la imaginería del propio personaje; el escritor Pancho Veloso.
El registro de la película se hizo a lo largo de seis meses en la gran isla de Chiloé, al extremo sur de Chile. Al no ser posible encontrar locaciones que aún hoy mantuvieran la particular y hermosa arquitectura de madera y tejuelas de alerce del pasado, fue necesario trasladar casas palafíticas abandonadas para recrear un antiguo villorrio chilote. Además de filmar "...Y de pronto el amanecer", se logró hacer un rescate patrimonial de una arquitectura única en el mundo que está en vías de desaparecer. De esta forma también se rescató la antigua tradición chilota denominada “tiradura” o “minga”, que consistía en trasladar palafitos tirados por bueyes a través de cerros, ríos y mar con la ayuda de amigos y vecinos.
El estreno de la película se realizó el 30 de Agosto del 2017 en la competencia oficial del Festival clase "A" de Cine del Mundo de Montreal, Canadá. El 4 de Septiembre se anunció la premiación en la que "...Y de pronto el amanecer" obtuvo el "Grand Prix" como mejor película.
Para la categoría Mejor Película Extranjera, “…Y de Pronto el Amanecer” representará a Chile en el Oscar 2019.
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